Le Sommeil

¿Cuántas veces habremos escuchado los humanos la frase “se bueno”? Desde que nacemos hasta que nos convertimos en adultos plenos o incluso hasta que envejecemos y morimos tras una vida plena, la escuchamos muchísimas, ¿verdad? Y aún así seguimos sin obedecer y nos escudamos diciendo: “es que un hombre no puede ser todo bondad o maldad”. Pero os aseguro que los hombres que son todo maldad no se encuentran tan solo en las pesadillas y, seguramente, si os atrevéis a entrar en nuestra bella Paris os toparéis con más de uno. Y no hablo tan solo de mafiosos o traficantes, pues las apariencias siempre engañan, creed en mi palabra.

¿Ciudad del amor? ¡Ja! ¿Cuántos ilusos e inocentes habrán llegado ya, buscando ese susodicho amor y habrán acabado entre las paredes de Moulin Rouge o Jardins D’Eden como mercancía? O peor, ¿cuántos simple y llanamente han terminado tirados en una callejuela parisina más muertos que vivos? Hombres de poca fe, yo sé bien que con testimonios no os bastará, porque el ser humano es sadomasoquista por naturaleza, eso, o no sabe utilizar el impresionante cerebro con el que la naturaleza le ha dotado. A esos valientes sin sesera o ilusos enamorados que seguirán viniendo os digo: Seguid la ley más enunciada por la humanidad desde la antigüedad, “Mata o muere”, porque si no sois los lobos, seréis los corderos.

Aquí, en Paris, las luces de la noche invitan a los viandantes a deleitarse con sexo, alcohol y asuntos más oscuros que no me corresponde a mí airear. Te pregunto pues, desconocido, ¿también te dejarás engañar por las mentiras que enmascaran las calles? ¿Serás otro esclavo del vicio y el dinero o te alzarás victorioso al final de esta peculiar aventura? Piensa bien las respuestas de estas sencillas preguntas, y no dejes que la ingenuidad sea tu perdición, ya que el manto de la noche acaricia la ciudad y el sueño la disfraza entre billetes manchados de sangre y lujuria.